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martes, 13 de agosto de 2013

Una liga de saldo

Me cuesta escribirlo pero es tan evidente que hasta resulta triste intentar ocultarlo. La Liga española 2013-2014 es mucho peor que la anterior, menos estrellas y más diferencias entre los dos millonarios y el resto. Si el año pasado algún seguidor del Atlético de Madrid se pudo emocionar pensando que dado el mal rendimiento del Real Madrid tendrían alguna oportunidad de luchar por el título este año ya no existe ni la sospecha, ni la intuición de que puede haber un tercer equipo con posibilidades.

El FC Barcelona y el Real Madrid han dinamitado la Liga con la ayuda de Valencia, Sevilla y Real Sociedad que vendieron lo poco que tenían a precio de oro para poder sobrevivir. La Liga española tiene dos equipos compradores, cuatro vendedores y el resto se aferran a los botes salvavidas en este naufragio de lo que un día fue el Titanic europeo del fútbol.

La deuda acumulada, el despilfarro generalizado con el beneplácito de las autoridades y gobiernos de los dos colores, han colocado al fútbol español en una crisis superior a la que vive la propia sociedad civil, la misma que se encarga de pagar los abonos, las entradas y las suscripciones a las plataformas de televisión para sostener el negocio del fútbol. Los que viven en la penuria son los que tiene que soportar el gasto que los clubes generan sin control presupuestario. Esa ha sido la batalla del presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, que ha llegado a reconocer que: “La Unión Europea pregunta qué pasa en el fútbol español. Se cuestionan por qué está tan mal, por qué es tan distinto al del resto de países”. Intenta ser optimista y lanza el mensaje que salvo el Real Madrid y el FC Barcelona, en el resto de equipos hay un descenso del 14 % de la deuda un año para otro, esto supone un cambio cultural histórico del fútbol español. Antes aumentaban los déficits exponencialmente y ahora considera que han conseguido cortarlo.

Habrá que suponer que esto se debe a la cantidad de ingresos que el fútbol español está generando este año por la venta de jugadores al extranjero. Hemos pasado de ser un país comprador, en el mercado internacional, a exportar nuestro producto (el nacional y el adquirido en épocas de bonanza). Aquellos famosos 500 millones de deuda con Hacienda y las exigencias actuales en el control financiero obligan a vender activos para evitar la quiebra empresarial. Es curioso el hecho de que la venta nos empobrece a nivel deportivo, aunque sirve para tapar los huecos económicos causados por el dispendio realizado cuando los dirigentes de los clubes se consideraban los “reyes del mambo” porque el “maná” de la televisión sostenía el circo.

Nos hemos desprendido de muchas estrellas, incluidos entrenadores y también jugadores modestos. La lista empieza a ser preocupante cuando juntas algunos nombres: Jose Mourinho (Chelsea), Manuel Pellegrini (Manchester City), Philippe Montanier (Rennes) Marcelo Bielsa, Thiago Alcántara (Bayern Munich), Roberto Soldado (Tottenham), Alvaro Negredo (Manchester City), Jesus Navas (Manchester City), Raúl Albiol (Nápoles), Iago Aspas (Liverpool) Radamel Falcao (Mónaco), Fernando Llorente (Juventus), Gonzalo Higuaín (Nápoles), Callejón (Nápoles), Abidal (Mónaco), Amorebieta (Fulham), Toulalan (Mónaco), Joaquin (Fiorentina), Saviola (Olimpiakos), Chori Dominguez (Olimpiakos) Julio Batista (Cruceiro), Gary Medel (Cardiff), Andres Palop (Leverkusen), Tino Costa (Spartak de Moscú), Marcos Senna (Cosmos). Esa lista de futbolistas se une a los que el año pasado ya decidieron emigrar como Juan Mata, David Silva, Santi Cazorla, Javi Martínez o el argentino Sergio Agüero.

Según el diario económico Cinco Días, la Liga presenta un superávit comercial de 140 millones de euros, liderando el mercado europeo. De los 384 millones de euros ingresados por los equipos españoles, el 75% procede de la venta de futbolistas. Sólo Real Madrid y FC Barcelona mantienen el nivel de despilfarro en una Liga en la que ya es imposible disimular la crisis y competir por ganar. Empieza a ser una Liga de saldo, donde hasta el precio que se paga por los derechos de televisión está sobrevalorado.

Joaquin Brotons / EuroSport

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