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miércoles, 19 de junio de 2013

El Oso, la Mona y el Cerdo


La historia de hoy es la fábula del Oso, la Mona y el Cerdo.

El Oso aspiraba a bailar como los humanos, la Mona es el sabio de la moraleja y el Cerdo el necio que aplaude.

Pasamos a presentar a los personajes:

Alfredo Relaño, la Mona. Alias el sabio:

Primero jugó Italia y dejó buena impresión. Italia se regenera. Italia juega al ritmo de Pirlo (que limpió las telarañas de la escuadra en un golpe franco), busca el partido en el medio campo del rival, maneja el balón, ya no es egoísta. Ahora resulta que lo menos fiable del equipo van a ser sus defensas, porque Barzagli se atarugó y regaló un penalti que alivió las penurias de México.
Pero el resto del equipo es bueno, y su delantero Balotelli, también. Un peligro constante hasta conseguir su gol de pantera, ensuciado con un detalle de chorlito: se quitó la camiseta y se llevó una amarilla tonta.

Una buena Italia, sí. Pero cuando salió España, todo quedó en segundo plano. ¡Qué manera de jugar! Por este equipo no pasa el tiempo. Siguen muchos de los orígenes de todo esto, pero los que han ido entrando apenas se diferencian de ellos. Además, falto de Xabi Alonso, Del Bosque volvió al mediocentro único, al 4-1-4-1 de Luis Aragonés en la Eurocopa de Austria-Suiza, con Busquets en funciones de Senna. Más juego por delante, más toque, un Busquets imperial, un Iniesta que dictó una lección magistral y todo el equipo fantástico en la recuperación, bloqueando la salida de Uruguay.

Y, con el balón en propiedad, la maravilla de las maravillas. Toque, toque y toque salpicado con algunas llegadas fulminantes, para rozar el gol o conseguirlo. Un juego aparentemente premioso, que por momentos impacientó a un público con buen número de uruguayos, país vecino al fin y al cabo, aunque con la pared común bien lejos de Recife. Un juego que rindió sólo dos goles, cierto, pero mereció varios más. Uruguay no la vio, Cavani quedó inédito y Luis Suárez se salvó con un glorioso golpe franco al que no llegó Casillas ni podría llegar nadie. Un gol que empañó el resultado, pero no el juego.

Tomás Roncero, el cerdo. Alias el necio:

Un cuento de hadas.

En esto se ha convertido la gloriosa España del Marqués Del Bosque. Un equipo que coquetea con la perfección cada día que pasa. Nos hemos atrevido a dar una lección magistral de fútbol en la tierra de la pentacampeona del Mundo. Los brasileños nos dedicaron olés ante semejante demostración de juego trenzado y dinámico, que convirtió a los uruguayos en un dulce de leche a la puerta de un colegio.

Uruguay ganó un Mundial en Maracaná hace 63 años. Es verdad que los charrúas no han perdido ese gen competitivo que los convierte en un país que fabrica talentos para disfrute de las grandes potencias (Luis Suárez y Cavani son sus últimas aportaciones). Pero cuando te mides a esta España te conviertes en un liliputiense sin más recursos que la resignación y la paciencia.
Ante un rival así, si te meten menos de tres hay que darlo por bueno. El fútbol no es matemático. Pero sí es justo. Jugando así, es difícil que algo pueda evitar que el día 30 nos plantemos en la final de Río de Janeiro. Españoles intrépidos, vayan reservando vuelo para apoyar a los nuestros desde las renovadas tribunas de Maracaná. ¡Qué gozada de equipo!.

La afición de la selección española en general, el Oso.

Y ahora la fábula de Tomás de Iriarte:

Un oso, con que la vida
ganaba un piamontes,
la no muy bien aprendida
danza, ensayaba en dos piés.
queriendo hacer de persona,
dijo a una mona: "¿Qué tal?"
Era perita la mona,
y respondióle: "Muy mal."
"Yo creo, replicó el oso,
que me haces poco favor.
¡Pues qué! ¿mi aire no es garboso?
¿No hago el paso con primor?"
Estaba el cerdo presente,
y dijo: "¡Bravo! ¡Bien va!
Bailarín mas excelente
no se ha visto ni verá."
Echó el oso, al oír esto,
sus cuentas allá entre sí,
y con ademán modesto
hubo de exclamar así:
"Cuando me desaprobaba
la mona, llegué a dudar:
mas ya que el cerdo me alaba,
muy mal debo de bailar."
Guarde para su regalo
esta sentencia un autor:
si el sabio no aprueba, malo;
si el necio aplaude, peor.


La moraleja que yo extraigo de esta historia:

El Oso no entendía bien el baile, como la afición en general tampoco entiende de que va esto del futbol. Ambos se maravillan cuando ven danzar a esta selección pero se ignoran o se quieren ignorar los fundamentos básicos que la hacen posible: el tiempo que hay que dedicarle al aprendizaje desde pequeñito, la confianza depositada en el alumno, la filosofía y el estilo elegidos, la constancia en el proyecto y la perseverancia en la empresa. Es fácil encomendarse a la Mona y el Cerdo, ellos están siempre dispuestos a regalarte los oídos porque es su naturaleza... pero lo fácil no siempre es el camino más directo para aprender de verdad.

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