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martes, 1 de octubre de 2013

Verdad y verdades de debates deportivos (By Virrei)

La idea de verdad es un interesante concepto filosófico. Una de sus concepciones, la más habitual, es el de verdad como adecuación; es decir, nuestro juicio se corresponde con la realidad. Ésta es la concepción más ingenua acerca de verdad, la más elemental y, sin embargo, la que ha de servir de punto de partida para cualquier concepción, puesto que es difícil imaginar otra manera de definir la verdad si no es como esa interrelación entre lo que conocemos y lo que existe.


Pero no es la única, y parece que tanto los diarios deportivos de este país como las tertulias televisivas, se habían abonado a una teoría de verdad menos lustrosa, pero que tiene mucho calado: la verdad como consenso. Dicho de otra manera, verdad es lo que todos están dispuestos a admitir como verdadero. Así, estos medios plagados de contertulios y plumas orientadas a un único fin, bajo una falsa imagen de pluralidad, acababan ofreciendo una visión de la realidad con muy escasos matices unos de otros. Para el observador sin demasiado criterio, la conclusión era evidente: lo que estos decían debe de ser verdad, puesto que todos opinan lo mismo y ni los supuestos opositores son capaces de argumentar en contra. La verdad ya no importaba que estuviera ligada a lo sucedido: poco importaba que tras un encuentro el único equipo hubiera jugado un desastroso encuentro y sólo se hubiera salvado por un par de contras y la voluntad del colegiado de no hacer cumplir el reglamento; todos lanzaban un único mensaje y, por arte de birli-birloque, la opinión se convertía en conocimiento verdadero, auspiciado en ocasiones con una enorme falacia ad verecumdiam, al contar con un experto arbitral para dilucidar acerca de la polémica. Poco dudaba que el experto nos hiciera dudar de lo que veían nuestros ojos o afirmara una cosa o la contraria en función del color de la camiseta.

Y, en estas, llegó el escándalo de Elche. Demasiado grande para decirle a los ingenuos que ellos tenían una verdad distinta acerca de lo sucedido. No les quedó más remedio que refugiarse en otra falacia, gritándole ' y tú más' al rival. Pero, la verdad es caprichosa y testaruda, y exige a quienes la buscan e incluso a los que no la quieren encontrar una serie de normas. Es lo que podemos conocer como la verdad como coherencia: no se puede afirmar lo mismo y lo contrario, no se puede afirmar distintas cosas ante situaciones idénticas. Y esto, lleva tanto tiempo sucediendo que muchos están viendo que tras esos cimientos de hormigón armado sobre los que estos farsantes asentaban SU verdad y su imagen del mundo futbolístico, lo que hay no son más que enormes decorados de cartón-piedra. Y, ahora, ellos mismos son presas de sus perversiones y se convierten en verdugos y víctimas: Ancellotti que iba a jugar al toque no juega a nada; pero no es culpa suya, es que no tiene plantilla para hacerlo; así que debería jugar al contragolpe, para lo que sí tiene armas; pero no da la talla: el equipo ni defiende ni ataca y, para postres, está carente de intensidad. La solución ahora pasa por traer de vuelta a Mourinho que hace unos meses era el artífice de todos los males; pero con Mourinho se ganaba; ¿seguro? También se perdió, pero la imagen de indolencia de estos días no se dio jamás...

Y, mientras, cada vez más ojos se giran a la zona noble, sabiendo que el culpable es un buen titiritero que ha manejado los hilos para parapetarse siempre tras algo o alguien. Poco importa que estos sabuesos pretendan seguir vendiendo una única verdad, la verdad que les interesa, con un mensaje monolítico: las grietas son evidentes. Poco importa que señalen a mil culpables o que censuren a quien se atreviera a apuntar otra verdad: cada vez más mensajes señalan al culpable y los encargados de vigilar lo que aparece en pantalla pasan uno tras otro, a ritmo de vértigo, hasta que hallan uno que mantenga 'el consenso' que pretenden.

La grieta fue muy grande y demasiados se dieron cuenta. Buscarán ahora la manera de cerrarla, de ocultar ese interior vacío que sustenta su construcción. Puede que lo consigan, puede que la mayoría se contenten con esas nuevas explicaciones, esas conspiraciones carentes de sentido; pero, unos cuantos más ya no les creerán más, nunca. Y puede que así, poco a poco, llegue un momento en que ni siquiera puedan escudarse en una verdad 'por consenso'; y ese día, quizá, podamos ver en televisión una verdad coherente que, sin duda, estará más próxima a la verdad de lo que jamás haya estado en estos años oscuros.

Virrei en Anti-Marca.com

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